Esta Virgen es conocida como la Hermandad de Los Gitanos.
La Hermandad de las Angustias en 1630
"La de 1630 fue una década intensa en la vida de su Hermandad. Adaptada ya a su nuevo marco parroquial, y en medio de una continuada ausencia arzobispal (hasta 1642), por ocupar Santos de San Pedro y Valdés y Llano la presidencia del Consejo de Castilla, la Hermandad Sacramental de Nuestra Señora de las Angustias asume sus posibilidades y sus límites, tratando de redefinir su papel y acentuar sus prerrogativas sobre la imagen que despertaba una devoción creciente.
Esta era, en gran medida, su razón de ser. Los complejos cambios operados por la corporación cofrade a mediados del siglo XVI quedaron sancionados por el “boom” devocional de una imagen escultórica que se dijo traída a Granada de forma sobrenatural. En lo que coinciden los relatos de esta “aparición” es que sería “el amparo de la ciudad”. Cuando el siglo XVII alcanza su primer tercio era ya ocasión de demostrarlo.
En un tiempo, insisto, en que el cabildo catedralicio en sede vacante y los gobernadores eclesiásticos con plenos poderes delegados por arzobispos ausentes dominaban la Iglesia de Granada, se produjeron acontecimientos importantes para la devoción de la Virgen de las Angustias y la trayectoria de su hermandad. Con el enérgico beneficiado D. Pedro de Espinosa –ligado a la parroquia de las Angustias durante más de veinte años- se desata la tensión pleiteísta entre la Real Hermandad y el clero parroquial.
Convenía esclarecer muchos puntos de la convivencia diaria. La Hermandad soportaba mal la presencia de otras cofradías en la misma sede, y era lógico pues durante décadas la había regido con exclusividad. Y, de forma especial, recelaba de la activa presencia de otra asociación de seglares que rendía culto a la misma imagen titular, la Esclavitud de Ntra. Sra. de las Angustias. La iglesia había sido ampliada, como exigía la funcionalidad de una parroquia, y esa ampliación estuvo terminada en 1629. Además, era el momento de perpetuar la memoria de la mencionada “aparición” de la imagen, antes que el discurrir del tiempo difuminara aún más sus detalles y circunstancias. A ello responde la declaración, registrada con toda la fuerza del Derecho, del sacristán Alonso de Garaiuto o Garavito en 1633."
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